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Exaltación de la Divina Misericordia...
El cristo del real de minas...del plomo pobre...del Cardonal
Señor de Santa Teresa

Fragmentos extraídos del libro escrito
por el Dr. Alonso Velasco, cuyo titulo es:
Historia de La Milagrosa Renovación de la soberana imagen de Cristo Nuestro Señor Crucificado que se venera en la Iglesia del Convento de Santa Teresa la Antigua.
Origen de La Santa Imagen y señales prodigiosas
que precedieron a su milagrosa renovación.
El muy notable caballero, Alonso de Villaseca, si ilustrísimo por su sangre, mucho mas por sus heroicas acciones, pues entre ellas sobresale su muy realizada piedad, en haber fundado y dotado en esta ciudad de México, el colegio máximo de San Pedro y San Pablo de la sagrada religión de la Compañía de Jesús, Para bien universal de todos estos reinos y provincias (a quienes todos somos deudores y nos debemos confesar y reconocer agradecidos), entre diversas imágenes sagradas que su religiosa piedad trajo a nuestra Nueva España de los reinos de Castilla, por los años de 1545, fue una del santo Crucifijo, que colocó en una iglesia del real de minas que llamaban del Plomo Pobre, que eran suyas, y después fueron de Agustín Guerrero, su yerno, y últimamente del Lic. Pedro de Zamora, cura vicario que á la sazón era de ellas, por los años de 1621, distantes de esta ciudad de México á la parte del Norte, veintiséis leguas y cuatro del pueblo de Ixmiquilpan, por cuya razón apellidaban la santa imagen, ya el Santo Cristo de Zimapan, del Cardonal, de las minas del Plomo Pobre, de las minas de Guerrero, aunque mas ordinaria y comúnmente, el Santo Cristo de Ixmiquilpan, por ser este pueblo la cabecera de aquel partido: el lugar que ocupaba en la iglesia, era el rincón de lado de la epístola, junto al mismo altar mayor, colgado de su cruz en la pared con unas alcayatas.
Con ocasión de ser de papelón y engrudo su materia, y por eso muy fácil de destruirse en poco tiempo cuanto mas en el dilatado que corrió desde el año de 1545 hasta el de 1615, que son setenta años que hacia estaba en la iglesia, se había maltratado tan sumamente, que estaba de arriba abajo muy negra y desfigurada del todo, de calidad, que tenia perdida toda su primera forma y parecía un trozó quemado muy prieto, como negro de guinea muy atezado, y se le había comido toda la cabeza de polilla, faltándole la boca, narices y ojos, de suerte que solo le había quedado la barba, en cuyo hueco, por arriba, anidaban los ratones, y con lo muy negro y prieto que estaba todo el cuerpo, no tenia, ni se le veía señal alguna de sangre en todo él, de suerte que provocaba á desprecio, que á devoción, con que solo por la tradición se podía entender fuese ó hubiese sido imagen de Cristo Señor nuestro crucificado.
Estando en este estado, el Illmo. Arzobispo de México, D. Juan Pérez de la Serna, de buena memoria, en la primera visita que hizo de su arzobispado, el año de 1615, llegó a dichas minas y reconocida la indecencia de la santa imagen, para quitarla de los ojos y obviar los inconvenientes que ocasionaba se menos veneración y culto, mandó por auto, que dividida en pedazos, se enterrase con el cuerpo de la primera persona grande que muriese. No se cumplió con lo mandado por el auto en mas de cinco años que corrieron desde que se proveyó hasta en que se renovó la santa Imagen; porque por disposición de la divina Providencia, no llego en todos ellos el caso de morir persona grande en que poder y deber dar ejecución a lo mandado, sino criaturas pequeñas, comenzando la poderosa mano de Dios con este auto y circunstancias, y modo con que se proveyó, a dar principio a los sucesos milagrosos que tenia decretados y ordenados.
Después de proveído este auto, por mas de los cinco años que corrieron hasta la renovación de la santa Imagen, se oían muchas noches grandes gemidos en la iglesia, toques y repiques de campanas, y ocurriendo los vecinos a llamar á los ministros para que fuesen á ver qué origen podían tener, ó de qué se ocasionaban, se atemorizaban tanto, que no solo iban al efecto para que los llamaban los vecinos, sino que se retiraban y cubrían las cabezas con la ropa de cama, y al experimentar que se repetía la segunda vez lo referido, sin un esperar á la tercera, se iban del real y mudaban de vecindad.
Otras veces se veían salir de la misma iglesia penitentes que se iban disciplinando y azotando hasta otra capilla vieja y arruinada que había en el mismo real, con tanta repetición, que dio motivo á que algunas personas se determinasen a seguirlos desde lejos, y mediante eso reconocían que visitaban la iglesia vieja adonde iban y habiéndola visitado, volvían á la primera de donde habían salido (que era donde estaba la santa imagen), y antes de entrar en ella, se desaparecían; y viendo que habían desaparecido, llegaban á la puerta todas las personas que habían ido y venido siguiéndolos, y oían que de la parte de adentro proseguían disciplinándose, y advirtiendo que habían entrado sin romper la puerta ni abrírsela persona alguna, sino estando como antes cerrada con la llave.
Otras veces se oían músicas en el aire de voces muy sonoras y diversos instrumentos, y otras, finalmente, dentro de la iglesia, grandes gemidos, suspiros y sollozos que movían a mucha lastima. De suerte que los vecinos no se atrevían ya a llegar á la iglesia, del temor que los traía, y s tenían á todos bastantemente amedrentados: y con esta diversidad de ruidos, repiques de campanas, golpes dentro de la iglesia y fuera de ella, muchos de los vecinos no se atrevían á salir de sus casas y ranchos, temerosos que no fuesen indios chichimecos (que estar allí muy cercanos), que con aquel engaño los quisiesen sacar de ellas para hacerles algún mal. Y muchos de los vecinos veían bajar todos los miércoles en la noche tres estrellas muy resplandecientes que se ponían en una cruz de hierro que estaba sobre la iglesia.
En que es muy de notar, en cuanto al día, que siempre dedicado a la pasión de Cristo Señor nuestro, el viernes, no bajan ni se veían dichas estrellas los viernes, ni en otro alguno de la semana, sino el miércoles: que manifiesta claramente la alusión al día en que se había de renovar, y se renovó, que fue un miércoles víspera de la ascensión; y enguanto al lugar, es asimismo de notar, que por se la santa imagen de Cristo Señor nuestro crucificado, se pondrían en dicha cruz de hierro, y no en otra parte de la iglesia. Y últimamente, en cuanto al número, podemos piadosamente discurrir, que por ser tres los clavos con que está escarpiado en la cruz, con respeto á ellos eran tres, y no mas las estrellas, para que fuera de la hora (que no sanemos si seria también la misma de la renovación, y si duraban y permanecían toda la noche) por el día en que bajaban, por el lugar donde se ponían y por el numero en que se veían, se conoce dicha alusión y relación que hacían a la santa imagen y a lo que en ella había de suceder; y en cerrándose aquí otro admirable y profético misterio, como era querer dar al cielo señales evidentes de que se había de renovar y renovaba esta soberana imagen, para que viviese a ser colocada y perpetuamente venerada en este convento de religiosas carmelitas descalzas, pues bajar los miércoles ( que es día dedicado a Nuestra Señora del Carmen) las tres estrellas, y ponerse en la cruz que estaba sobre la iglesia, era bajar a formar el escudo de esta sagrada religión, y como por escudos de armas se conocen las casas de los señores, así quiso desde entonces este gran señor dar a conocer que la casa donde había de exaltar el trono de su misericordia, era la de sus queridas esposas, hijas de la su santísima Madre Virgen María del Monte Carmelo, reformado y renovado, como se verá después en el capitulo XIV.
Todos los suceso referidos se experimentaron en el transcurso del tiempo que corrió, que fue de mas de cinco años, desde que se mando enterrar la santa imagen, hasta el de 1621, en el cual, siendo actual cura vicario de la minas dicho Lic. Pedro Zamora, y habiendo ya dos, que era ó que asistía en ellas como su dueño; segundo viernes de cuaresma (día 5 de marzo), hubo u n aire y huracán tan recio, que se llevo la mitad del techo de la iglesia, y acudiendo al ruido y estruendo que hizo con el gran golpe que dio al caer, muchos de los vecinos yendo a ver lo que había resultado y sucedido, no pudiendo entrar en ella por estar cerrada, y la llave en poder del vicario, que estaba ausente del Real á esta sazón, desde la puerta de afuera, por unas ventanillas o reja de barandillas que tenia la puerta, vieron todos que la santa imagen vieja, destruida como estaba, desprendida de la cruz, salía por si misma de la iglesia por el aíre, y detrás de ella en su seguimiento la santa cruz , separada y distante mas de doce pasos, y causando á todos esto la admiración, que por si se reconoce, y absortos manifestaban a voces , comenzaron a darlas a una criada del vicario, para que trajera la llave de la iglesia. Lo que no tuvo efecto por haberla dejado guardada el amo en su escritorio, con que se resolvieron a descerrajar las puertas para entrar. Y habiendo entrado, vieron que en el aire, retirándose la santa imagen para atrás, y la santa cruz en la misma forma, hasta llegar al sitio en que estaba, volviéndose a clavar en el mismo lugar, poniéndose y quedándose en él, como y en la manera que estaba antes.